El Día Internacional del Beso se celebra hoy con menos besos de la historia. Y eso que el ósculo forma parte del lenguaje universal del amor, pero además «ayuda a mitigar el dolor, refuerza el sistema inmunitario o libera endorfinas», lo que sería de mucha utilidad en el aislamiento impuesto por el coronavirus.
Cuando se reciben o se dan besos se desata una tormenta bioquímica en el organismo que provoca sentimientos de confort o seguridad, con lo que es importante cuidar esta muestra de afecto en las relaciones sociales y, sobre todo, con los niños, ya que los que crecen sin este tipo cariño son suelen ser personas más «inseguras», según explica la psicóloga Marina Sangonzalo.
Besos tiernos en la mejilla, besos de amor pleno entre padres a hijos, besos dulces de abuelos, besos de amigos, besos apasionados y también besos de compromiso son algunos ejemplos de la importancia que tiene en la sociedad un beso que ahora no se dan ni se reciben.
Lo cierto es que el beso es una cariñosa muestra de afecto que, si se pone en práctica de forma frecuente, ayuda a quemar calorías, tener un cutis más terso o mejorar el humor. Una sesión de besos apasionados puede quemar «hasta 13 calorías», señala en unas declaraciones a Efe la doctora Gemma Ramón.
«La reacción del organismo dependerá del contexto y de la persona a la que se bese», explica Ramón, quien aseguró que un beso apasionado «acelera» las pulsaciones y «aumenta» el ritmo cardíaco, mientras que un beso afectivo «relaja», de forma generalizada, el organismo.
Esta muestra de afecto puede considerarse un verdadero elixir antienvejecimiento, ya que ejercita treinta 30 músculos faciales y activa el riego sanguíneo del rostro, lo que se traduce en un cutis más firme, suave y joven.
Además, según los expertos, los besos disminuyen el colesterol, refuerzan el sistema inmunitario y ayudan a reducir la presión arterial al aumentar los latidos de forma saludable.
Los besos desatan un vendaval de calma y paz que también hace al sistema inmunitario más fuerte, además de aliviar el estrés y la tensión.
Algo que es muy necesario en estos momentos de confinamiento en los que el COVID-19 también ha puesto a prueba la demostración de afecto entre las personas.
En las circunstancias actuales los besos no son la principal muestra de cariño entre las parejas, según el 68 por ciento de los 12.000 usuarios que participaron en la encuesta de Gleeden, plataforma de encuentros extra conyugales para las personas casadas.
Es más, un 63% de ellos, la mayoría hombres, dice que no ha dado ningún beso desde el inicio del estado de alarma. Los motivos principales que alegan para justificar estos datos son, principalmente, la falta de intimidad – al estar las 24 horas toda la familia en casa – y el miedo al contagio.
Del 37% restante, los que sí han besado, un 26% lo ha hecho con su pareja y en el 19% de los casos, el receptor del beso ha sido la mascota.
Por otro lado, un 40% de los usuarios de Gleeden afirma que, desde que ha empezado el confinamiento, tiene relaciones con su pareja con menos frecuencia que antes.
La falta de intimidad y el miedo al contagio vuelven a jugar un papel importante como motivo, junto, en este caso, con el aburrimiento.
En todo caso, lo que es seguro es que este Día Internacional del Beso, festividad que surgió para conmemorar el beso más largo de la historia entre una joven pareja tailandesa que tuvo algo más de 58 horas de duración, apenas habrá besos.