Este informe, del periodista Jorge Otero Martínez, que compartimos en nuestro medio es para que todos sintamos ese dolor inenarrable que tiene hoy Yasmín Rivero Ortega, de Chinú, Córdoba, una de las más abnegadas madres que desde hace 5 meses, ininterrumpidamente, se encuentra en la Clínica Oncológica Imat, aferrada a una fe ciega y firme al lado de su hija Natalia Petro, quien hace más de 3 años fue tratada por un cáncer cerebral, que fue superado y al cual había sobrevivido.
Ella pertenece a la EPS Mutual Ser. Sin embargo, luego que ya Naty se estaba recuperando, le llegó una prueba de la cual no sale.
Según Yasmín, “(…) Un día, ya después de haber sido dada de alta, Naty quien había vuelto al Colegio, tuvo unos vómitos por los cuales volvimos a dar a la Clínica Imat. Allí le diagnosticaron una pancreatitis leve, por la cual fue hospitalizada de nuevo.
A Naty la dejaron 5 días sin comer y en ese estado de debilidad un médico le ordenó un TAC contrastado.
La niña tenía posiblemente bajas en los nutrientes y posteriormente empezó a convulsionar. El resultado fue una hipoxia cerebral, que, según los facultativos, la afectó mucho en su salud mental. Desde entonces Naty no habla, ni se mueve.
La depresión de su cerebro la ha vuelto un ser inanimado y aquí estamos desde hace más de 5 meses, aferrados a la fe en que Dios va a contradecir a los médicos.
Ellos señalan que no hay nada qué hacer y se está pensando en trasladarla a su domicilio en Chinú, con una pieza aséptica. «Pero imagínense ustedes: Chinú está a 82 kilómetros, a hora y media de aquí y si a Naty le da algo, esa distancia corre en contra de su vida. Nosotros no tenemos con qué alquilar en Montería un apartamento cercano, que cumpla con esas normas».
«Sólo mi esposo cuenta con un salario mínimo y con él debemos garantizar la manutención de otro hijo, pago de facturas, servicios públicos, etc. Hace algunos días mi esposo averiguó por unos apartamentos y éstos valen cerca de un millón de pesos…¿Con qué y cómo lo pagamos? Esta situación es desastrosa pero yo vivo aferrada a la misericordia de Dios…”
Para Natalia y para su mamá estos han sido los 5 meses más amargos de sus vidas. La niña, en calidad de enferma; su madre en calidad de ángel guardián que no se ha separado de ella ni un minuto porque, a pesar de que los médicos tratantes dicen que es un caso perdido, ella se aferra a Dios y ha aprendido a ver en pequeños síntomas, leves mejorías y signos que la alientan a seguir adelante.
Encerradas en las cuatro paredes de una pieza aséptica, cuya puerta comunica de vez en cuando con la UCI, no han tenido noción del tiempo, ni de fiestas, ni de la compasión humana, ni de fechas especiales, ni de nada. En la soledad absoluta de ese cuarto el tiempo sólo es un concepto abstracto donde navegan las ilusiones de Yasmín, que cada día ve en los parpadeos de Naty o en su leves movimientos de piernas una señal de salvación a manera de espejismos de su memoria, como madre abnegada donde sólo existen las palabras amor y fe.
Fuera de las visitas esporádicas de los médicos tratantes y las visitas del padre de Naty y otros familiares, todo parece haberles dado la espalda. Según Yasmín, cuando Naty estaba consciente, en su tiempo de tratamiento, en su habitación bullía la presencia de médicos, enfermeras y especialistas, aupados por una fundación social de la Clínica. Allí le festejaron su cumpleaños y algunas fechas especiales. Naty era la estrella y tal vez ese trato se volvió acicate para su recuperación sicológica y física. Hoy la fundación se esfumó, tal vez porque Yasmín exigió más claridad en la degradación del estado de su hija y anunció que podría denunciar el caso ante las autoridades del caso. Después de eso, ya Naty no volvió a ser la paciente consentida de hace 3 años. Todos parecen haberle dado la espalda.
A Natalia hoy la alimentan mediante un tubo y las raciones que antes le llevaban a Yasmín desaparecieron. “Aquí donde me ve, yo he perdido 12 kilos por la física hambre. Hoy por ejemplo pude comerme una tajada de patilla de almuerzo…” dice Yasmín, quien soporta con estoicismo todos los reveses del destino que se ha ensañado con una niña hermosa, dulce, inteligente y prometedora.
En Córdoba hay alcaldes que pueden ayudar, empezando por los entrantes y salientes de Chinú; hoy tenemos un Gobernador sensible a estos problemas; hay gente que puede apadrinar a Naty en su trance. Pero nadie conoce este drama. Hoy lo visibilizo para que dejemos las rencillas políticas, económicas, religiosas, en fin, y no pasemos por el lado de Naty mirando para otro lado.
Pongámosle humanidad a este caso, que mañana nos puede tocar a cualquiera. No dejemos que Naty padezca por falta de una locación adecuada a donde se le pueda llevar la hospitalización en casa.
Cualquier contacto que pueda llevar alguna ayuda o solución: Yasmín Rivero 3024584739.
Sus donaciones pueden hacerlas a la cuenta de ahorro a la mano 03024584739. Yasmín Rivero, madre de Natalia que pueden llamar al celular: 3024584739.
El Meridiano