“Más allá de lo que diga la justicia no nos olvidemos de que detrás del político se encuentra una excelente persona, un gran papá, esposo y amigo”
Si hay algo que siempre le hemos criticado a la clase política de Colombia, y que entre otras cosas nos ha generado un distanciamiento o falta de confianza en ellos, es la capacidad que tienen para olvidarse de su electorado y de paso incumplir sus promesas; esa capacidad para prometer, al punto incluso de empeñar su palabra, como quien dijo que firmaba en mármol, por un bendito voto para luego terminar no cumpliendo. Será por esto que es común escuchar a muchas personas diciendo que a los políticos solo les ven la cara en época electoral cuando están rebuscando votos.
A pesar de este generalizado mal, al senador Bernardo Elías tenemos que reconocerle que es un hombre que siempre está pendiente de su gente, de su electorado. Antes de seguir aclaro que no voté por él al Senado, no pertenezco a su grupo político (en realidad no pertenezco a ninguno), lo conocí en la campaña de 2006 cuando aspiró a la Cámara de Representantes y hasta ahí.
Si hay algo que debemos abonarle al senador Elías es su jovialidad, que se debe a su región, sin contar con que él conoce y reconoce a todo su electorado en todo momento. Te lo puedes tropezar en una esquina de Sahagún sentado en un andén o en Chinú echando cuentos en cualquier corredor. Su esencia de hombre humilde y descomplicado no la ha perdido, aún siendo de los congresistas más votados en las pasadas elecciones. Hoy son incontables las personas que compraron un medicamento, tuvieron una cita médica o algo por el estilo por su ayuda.
Hoy me refiero a ese gran ser “humano”, me refiero a esa gran persona quien 24/7 está atento a la comunidad. Mientras en otras regiones reclaman por inversión, hoy en algunos municipios de Córdoba las obras son tangibles, son reales y la comunidad goza de ellas como lo es el estadio de Sahagún, brindando de paso oportunidades de recreación a los jóvenes de estos municipios. La paz se construye con inclusión e inversión en todas las regiones principalmente en las más remotas, quizás de esta forma se ayuda a acabar con la gran brecha de desigualdad que hoy padecemos producto de la centralización capitalina.
En nuestro país damos palo porque bogas y si no bogas palo también. Criticamos a senadores de vieja data que al Congreso solo van a calentar silla y también se critica a los que gestionan. Qué cosas, ¿no? Que sea inocente o culpable, la justicia será quien lo decidirá. No obstante, más allá de lo que diga la justicia no nos olvidemos de que detrás del político se encuentra una excelente persona, un gran papá, esposo y amigo.
Ánimo, “ñoñomanía”. Ánimo, Ñoño Elías, que los momentos difíciles no son más que grandes oportunidades.
Por: César Mizger Flórez – Las 2 Orillas