De los delitos que comete la guerrilla en Colombia, el del secuestro es quizá el que genera las heridas más profundas.
«El secuestro es el peor de los crímenes», dijo esta semana Íngrid Betancourt, política que estuvo seis años secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
«Porque incluye todos los crímenes (…) Es un asesinato (…) No tiene fecha de vencimiento», añadió en una conversación con la Comisión de la Verdad que antecedió a un hecho histórico: el perdón de la guerrilla por el delito del secuestro este lunes.
Después de décadas negándolo, llamándolo con eufemismos o justificándolo como un arma de guerra, el partido político de los desmovilizados de las FARC, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, se arrepintió de un delito que dejó un total de 39.000 víctimas entre 1970 y 2010.
«El secuestro fue una práctica de la que no podemos sino arrepentirnos, sabemos que no hay razón ni justificación para arrebatarle la libertad a ninguna persona», declaró el movimiento un comunicado divulgado el lunes.
El secuestro fue una práctica de la que no podemos sino arrepentirnos, sabemos que no hay razón, ni justificación para arrebatarle la libertad a ninguna persona.
Reiteramos nuestro compromiso para rendir cuentas ante la justicia. pic.twitter.com/CxdJ99crzj
— FARC (@PartidoFARC) September 14, 2020
Y continúa: «El secuestro solo dejó una profunda herida en el alma de los afectados e hirió de muerte nuestra legitimidad y credibilidad. Tomada esa decisión, en las circunstancias excepcionales de la guerra irregular y buscando equilibrar fuerzas, tuvimos que arrastrar este lastre que hasta hoy pesa en la conciencia y en el corazón de cada una y cada uno de nosotros».
El perdón de la guerrilla llega en un momento en que la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, en 2016, parece un recuerdo lejano: líderes sociales y desmovilizados son asesinados a diario, hay masacres de jóvenes civiles en zonas donde antes ejercía control la guerrilla, las protestas ciudadanas generan abusos de la policía y el otro movimiento insurgente histórico del país, el Ejército de Liberación Nacional, mantiene a decenas de personas secuestradas.