Se le había visto caminando de la mano de una mujer y el rumor ya era un secreto a gritos.
La confesión de un párroco italiano al finalizar la habitual misa del domingo dejó perplejos a los fieles de Massa Martana, una localidad del centro de Italia. «No puedo evitar seguir siendo coherente. Pero mi corazón está enamorado. Quiero intentar vivir este amor sin evitarlo», así comunicó Ricardo Ceccobelli que colgaba la sotana ante los fieles y su superior, Gualtiero Sigismondi.
El párroco, de 41 años, no dudó en explicar los motivos que le llevaban a tomar dicha decisión, posteriormente comunicada por la diócesis, que ya le ha suspendido como párroco. «Le envío mis más sinceros deseos para que esta elección, hecha en plena libertad como él mismo me dijo, pueda garantizar la paz y la serenidad», afirmaba en el comunicado el obispo Gualtiero Sigismondi.
Sin embargo, los vecinos de la pequeña localidad ya sabían de antemano lo que iba a ocurrir. A Ceccobelli se le había visto caminando de la mano de una mujer y el rumor ya era un secreto a gritos.