Su población ha sobrevivido a un Estado que mira hacia otros lados y unos gobernantes regionales que se han robado todo lo que han podido.
Chocó tiene un rico ecosistema y está atravesado por el Atrato, que por sus aguas transporta todo lo bueno y lo malo que esta selva produce.
Es una selva majestuosa, profunda, de verdes infinitos. Es uno no de los lugares donde más llueve sobre el planeta. Un ecosistema riquísimo bañado por el Atrato.
El río estuvo tan contaminado por la minería ilegal que en el 2016 la Corte Constitucional le otorgó derechos para obligar a su cuidado. Hoy se observan peces que antes no se veían.
Chocó es el único departamento de Colombia con dos océanos. Quibdó es su capital. Tiene una extensa costa sobre el Pacífico que es también un corredor de estupefacientes, importante para la delincuencia. Por aquí se mueve coca procedente del suroccidente colombiano.
En el norte, la frontera entre Colombia y Panamá es la joya de la corona para grupos armados ilegales; donde delinquía el frente 57 de las FARC hoy reina el ELN.
El Ejército de Liberación Nacional disputa ese territorio y el de Riosucio en la frontera con Antioquia con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AUG) o Clan del Golfo, que buscan apoderarse de los corredores de estupefacientes que hay en esta frontera porosa y selvática.
La población chocoana vive entonces entre la zozobra de la violencia y las necesidades de la vida cotidiana, con la esperanza de un mejor futuro.
Aquí se produce plátano, maíz, arroz, cacao, coco, oro, platino, cobre…etc; pero todo tan mal administrado que sus ganancias no se ven.
Hay medio millón de habitantes, 80% de los cuales no tienen las necesidades básicas satisfechas, ni agua potable, ni electricidad, ni servicios de salud.
En la capital casi la mitad de la población vive en condición de pobreza. El río es como el departamento: esperanza, pero también desolación.
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